FLUIDEZ ANHELADA
Enchironado por un poblado
que emana incertidumbre,
interna y externa.
Estándares apremiados,
oxidados por mi consideración.
Calles y azoteas
vacías ante el crepúsculo,
el cielo arde
(probablemente como mi destino);
manzana melancólica
y ominosa a su misma vez,
pero yo pruebo la del Edén
para ser expulsado de la monotonía.
La aglomeración de cientos de versos de poetas difuntos
sigue sumiéndome de la forma más funesta en el verbo sobrevivir,
y ante la necesidad de mi alma,
rezo al profeta llamado Tiempo.
Es entonces cuando,
por fin,
encuentro un ansiado agujero
que me lleva a cualquier otra parte,
y, fluyendo cual arroyo,
percibo mi partida...
Para siempre.