EL CARPINTERO
Un carpintero trabajaba en su taller.
Esta última temporada había sido agotadora, había tenido muchos encargos.
Estaba destrozado, el cansancio se iba apoderando cada vez más de él.
Un día, mientras daba unos golpes a un listón de madera, se clavó una astilla. Le salió una pequeña gota de sangre, pero siguió.
Al día siguiente, se volvió a clavar otra astilla.
Suspiró, siendo consciente de que no era la primera vez que le pasaba.
En la tarde del próximo día también tuvo un percance del mismo estilo.
Agotado ante tanta falta de fortuna, cabizbajo, se sentó en una silla a descansar.
De repente, su teléfono empezó a sonar.
Al otro lado estaba él mismo.
Se escuchó, se dedicó un poco de tiempo y entendió que quien realmente tenía su martillo era él, nadie más.
Suspiró, siendo consciente de que no era la primera vez que le pasaba.
En la tarde del próximo día también tuvo un percance del mismo estilo.
Agotado ante tanta falta de fortuna, cabizbajo, se sentó en una silla a descansar.
De repente, su teléfono empezó a sonar.
Al otro lado estaba él mismo.
Se escuchó, se dedicó un poco de tiempo y entendió que quien realmente tenía su martillo era él, nadie más.
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